¿Se debe democratizar aún más el acceso de los pequeños ahorradores a la inversión en capital privado? El diario El Economista publica un interesante análisis en el que aborda esta situación en profundidad. En un entorno de tipos reales negativos la inversión en fondos de capital privado sigue creciendo a nivel global por sus retornos superiores y menos volátiles. Por ello, explica el diario, los inversores minoritarios reclaman poder acceder a una de las escasas alternativas existentes para rentabilizar sus ahorros, a sabiendas de que, históricamente, ha batido los índices bursátiles y resistido mejor los ciclos económicos.
Los datos así lo demuestran, con una rentabilidad media en las últimas dos décadas del 14% versus el 8% de la renta variable. «Los buenos retornos no deberían ser solo para los grandes patrimonios, tendrían que llegar a la clase media española«, advierte Eric Halverson, socio de Qualitas Funds. «El capital riesgo es uno de los pocos activos capaces de batir la inflación y de ofrecer una importante creación de valor a medio y largo plazo», confirma el socio de la gestora española, que ha logrado consolidar su programa de fondos de fondos con más de 600 inversores, en su mayoría españoles.
La luz verde a la rebaja del importe de inversión -reduciendo el desembolso mínimo desde 100.000 a 10.000 euros- aprobada en Consejo de Ministros el 30 de noviembre y contemplada en el Anteproyecto de Ley de Creación y Crecimiento de Empresas-, sigue suponiendo un ticket de entrada elevado, teniendo en cuenta que es necesario estar asesorado por una entidad autorizada y que la inversión en capital riesgo no puede superar el 10% de la cartera si se tiene un patrimonio inferior a 500.000 euros. Los expertos consultados por elEconomista coinciden en apoyar un mayor acercamiento del activo al pequeño ahorrador y apuestan por la diversificación y el asesoramiento profesional para mitigar el riesgo asociado a estas inversiones. En su opinión, resulta indispensable acercar el producto al inversor minorista para que pueda beneficiarse de sus bondades, hasta ahora limitadas a los grandes patrimonios. Su democratización ampliará la base inversora de las gestoras y también hará crecer el volumen de financiación -no solo bancaria- accesible para las pymes, impulsando así el crecimiento económico.
Esta tendencia a la democratización de los activos privados se está viendo tanto en Europa como en EEUU. «España no es pionera en rebajar el umbral mínimo en activos ilíquidos a 10.000 euros. El mercado, a nivel global, camina claramente en esa dirección», explica Alejandra Entrecanales, socia de AltamarCAM Partners y responsable de Banca Privada. «Los inversores institucionales y los grandes patrimonios llevan décadas invirtiendo en private equity por motivos evidentes, con una asignación que oscila entre el 10% y el 40%. Sin embargo, la asignación a esta clase de activos por parte de inversores de banca privada se sitúa, a nivel global, entre el 3% y el 5%. Esta modificación permitirá que nuevos inversores incorporen el activo por primera vez a sus carteras y contribuirá a que los ya existentes diversifiquen más y mejor, al poder comprometer en un mayor número de fondos con un importe inferior».
Ignacio Garnica, socio responsable de en PwC, coincide en la oportunidad que supone abrir la puerta a un nicho de inversores con menor capacidad financiera pero con muchas ganas de invertir sus ahorros en un activo que, hoy por hoy, no tiene competencia en cuanto a retornos. «Este avance permitirá una nueva vía de obtención de liquidez para el sector muy significativa que, previsiblemente, será aprovechada especialmente por los fondos de middle market y, en mayor medida, por el venture capital donde las startups van a aglutinar gran parte de la inversión. También supondrá la creación de nuevos fondos y gestoras especializadas en el segmento minorista para captar el ahorro, muy castigado en el entorno actual de tipos», añade.
Desde la patronal ASCRI, su presidente, Aquilino Peña, valora la medida de forma muy positiva: «Sitúa a España en igualdad de condiciones respecto al resto de países europeos y supone un gran avance, pero aún queda mucho por hacer». Víctor Manchado, socio de Linklaters, también lo tiene claro. «Es importante y necesario que el inversor minorista pueda ampliar sus alternativas y que el private equity no sea un producto restringido a grandes patrimonios». En su opinión, un umbral de acceso elevado puede generar más riesgos que beneficios. Los expertos apuntan a que la modificación transformará la industria y la composición de las carteras de banca privada.
Complejidad del capital privado
Alertan también de la complejidad del capital privado como producto de inversión. No es sencillo y, además, lleva implícitos riesgos y costes que se suman a una cierta iliquidez por el horizonte temporal asociado a la duración de los fondos. El activo no cuenta con garantía de capital ni de rendimiento y puede suponer la pérdida de la totalidad de la inversión, advierten. Su punto débil es su iliquidez: resulta necesario conservar el producto en cartera varios años y la desinversión prematura implica costes elevados. Pero acceder por 10.000 euros a activos no cotizados con la condición de tener el patrimonio invertido durante un plazo no inferior a cinco años a cambio de una revalorización del 10% o el 12%, es una iliquidez «bien remunerada», matizan los expertos, siempre que no se necesite el dinero durante el plazo que dura la inversión.
Antes de esta nueva norma, cuando el umbral mínimo de inversión se situaba en 100.000 euros, muchos fondos requerían un importe superior para seleccionar a sus clientes, algo que, probablemente, también veremos ahora. «Lo realmente importante no es el límite en sí, sino garantizar que los minoristas entiendan bien las características del producto, las implicaciones de aportaciones y distribuciones que implica y que su peso dentro de las carteras sea razonable», matiza Halverson. Una opinión compartida por Ricardo Miró-Quesada, socio responsable de private equity de Arcano. «Es clave que las entidades financieras que comercializan estos fondos tengan los mecanismos operativos y de control adecuados y discriminen qué clientes deben tener acceso a estas inversiones en función de su perfil de riesgo», añade.
Las gestoras y fondos se preparan para ofrecer un buen servicio a un número mucho mayor de inversores, para lo que el rol de la banca privada será decisivo. Manchado, socio de Linklaters, insiste en que resulta fundamental el asesoramiento, para entender bien cómo funcionan los desembolsos y distribuciones esperadas y conocer el perfil de riesgo dispuesto a asumir. «Este tipo de fondos se autoliquidan conforme se van vendiendo las compañías en cartera por lo que hay que reinvertir constantemente para mantener su exposición al activo», explica Entrecanales. «La dispersión de retornos es muy elevada, por lo que resulta fundamental seleccionar bien el gestor y ser capaz de acceder a él. En AltamarCAM llevamos desde 2005 trabajando con clientes de banca privada y ya contamos con más de 15.000 inversores en nuestros fondos».